Martes Santo

La Semana Santa de Lima es una solemnidad que ha pasado por diversas vicisitudes a lo largo de la historia de la ciudad. Por eso es tan interesante hacer la reseña de la celebración actual de la imponente procesión de LOS PASOS DE LA PASÍÓN DE CRISTO del Martes Santo.

En este caso, la antigua Orden Dominica, que tan importante presencia tiene en la evangelización en el Perú, es la encargada de organizarla. Lo particular de esta procesión, es que se trata de una solemnidad que había caído en abandono, y ha sido revivida por el tesón y dedicación del Convento de Nuestra Señora del Rosario de la Orden Dominica, y de las hermandades y cofradías allí establecidas.

Para su revitalización, se realizaron investigaciones de carácter histórico respecto a los detalles de dicha procesión en el pasado; se buscaron dentro del rico patrimonio contenido en el convento dominico de las imágenes antiguas que todavía existían, y se fueron incorporando otras que hacían falta; y con el tiempo, cual ave fénix que renace de sus cenizas, actualmente ha llegado a ser una importante manifestación de fe de profundo significado pasional.

Es interesante reseñar que antiguamente esta procesión se realizaba el Jueves Santo, pero por convenir al calendario litúrgico actual, se ha cambiado al martes.

La ceremonia comienza a las 5.30 p.m. en el atrio de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario (más conocida por todos como “Iglesia de Santo Domingo”). Los pasos procesionales son actualmente nueve, y es imponente para el espíritu verlos salir, entre incienso y música sacra, del interior del convento.

En primer lugar, abriendo el cortejo, aparece la imagen del CRISTO DEL PRENDIMIENTO, imagen de gran formato y tallada en madera con estilo colonial. Nos presenta al Redentor de píe, con túnica blanca y manos amarradas, en gesto de suprema humildad y resignación. Va sobre un anda dorada que realza su prestancia, adornado de grandes potencias de plata en la cabeza.

En segundo lugar aparece EL SEÑOR DE LA COLUMNA. Escultura pequeña pero antigua, que seguramente formó parte de un antiguo retablo, tiene la particularidad de ser cargado por niños y jóvenes de las Hermandades de San Martín de Porres y del Señor de la Justicia.

A continuación, en medio del asombro y amor de sus muchos devotos, hace su aparición EL SEÑOR DE LA JUSTICIA. Se trata de una escultura de talla completa propia del realismo barroco, que nos presenta a Cristo en el momento en que los soldados romanos se burlan de él después de azotarlo. Va sentado y su rostro de gran dulzura y sus manos humildes sobre el regazo conmueven al espectador. El paso procesional consta de una anda sencilla llena de flores, en la que Cristo va sentado en un banco o curul de estilo romano que permite apreciarlo de todos lados. Lleva gran acompañamiento de sahumadoras, cirios y fieles devotos de su Hermandad.

Luego se une a esta procesión penitencial, la imagen de CRISTO DESPOJADO. Se trata de una talla colonial procedente del Santuario de Santa Rosa, que nos presenta a Cristo con la espalda desnuda mostrando las huellas de sus azotes, y una expresión de suprema dignidad en el dolor. Es una hermosa talla posiblemente del siglo XVIII con las características del realismo barroco.

En quinto lugar, en este cortejo penitencial, hace su aparición una antigua imagen, que desde antaño ha tenido importante protagonismo en la Semana Santa Limeña: JESÚS NAZARENO, que representa a Cristo con su cruz a cuestas. Es una hermosa talla colonial de doliente.

expresión y gran realismo, que aparece en su anda cargando una pesada cruz. Cabe destacar que originalmente esta hermandad era una de las más importantes y estaba compuesta solamente por arcabuceros del Virrey.

Siguiendo con el cortejo, hace su ingreso en el atrio dominico una imponente escultura; JESÚS DE LA PRECIOSA SANGRE, gran obra de la imaginería colonial limeña, realizada por Martín Alonso de Mesa en 1619. Ha sido objeto de una acertada restauración que le ha devuelto toda su doliente fisonomía. Nos presenta a Cristo crucificado, aún vivo y en actitud orante mirando al cielo, con el cuerpo mostrando todas las señales de su tormento. Actualmente es titular de una numerosa hermandad que acompaña su anda dorada con cirios rojos que realza su bella hechura.

En este punto de la procesión, los bellos pasos procesionales, ya han ido avanzando por el Jirón del Conde de Superunda en dirección a la Plaza Mayor: se observa para el espectador una imponente estampa barroca de una sucesión de imágenes que avanzan en medio de música sacra e incienso y acompañada por la devoción de sus fieles, que nos traslada a tiempos pasado y a actuales manifestaciones de fe y cultura popular.

En este instante sale al atrio de Santo Domingo una presencia infaltable: la doliente madre de Jesús, representada por el paso de LA VIRGEN DEL ROSARIO DE LOS DOLORES (VIRGEN DE LAS PENAS). La imagen es antigua y de tamaño natural, vestida de luto en blanco y negro. Lleva la mirada baja en gesto de dolor y desconsuelo, portando en sus manos un pañuelo y un rosario, y adornada con una bella corona de platería.

Finalmente, para cerrar la procesión, aparecen dos pasos procesionales que nos recuerdan a los fieles acompañantes de Cristo en el supremo sacrificio del calvario, aquellos que no lo abandonaron y lo siguieron hasta el final: SAN JUAN EVANGELISTA Y SANTA MARÍA MAGDALENA. El apóstol va representado como un hombre joven en una sencilla anda. Santa María Magdalena está representada por una bella escultura de estilo colonial, vestida siempre con bellos y antiguos atavíos y portando sus atributos: una cruz y un perfumero.

Todo el cortejo rodea la Plaza Mayor de Lima recibiendo los honores del pueblo a su paso, de las autoridades municipales metropolitanas y finalmente el homenaje del arzobispado, alineados los pasos frente al atrio de la Catedral. Luego retornan a la Basílica de Nuestra Señora del Rosario.